Un vínculo tangible entre arte y mundo

La relación entre los artistas y el mundo ha sido problemática prácticamente desde la primera representación abstracta o figurativa que un ser humano creó de la realidad. Algunos críticos como Roland Barthes, por ejemplo, sugieren que cualquier pieza artística, sin importar sus orígenes o contexto, puede sobrevivir a su autor, es decir, a su mundo. Otros como Georg Lukács, un filósofo marxista, piensan que el arte debe ser un representación realista del mundo, una visión ética y moral de la realidad, lejana de cualquier romanticismo u otro práctica “aburguesada”.
Sin embargo, el arte contemporáneo ha demostrado por décadas que el arte puede adoptar ambas posturas al mismo tiempo. Las obras de artistas como Banksy o Robyn Ward, por ejemplo, pueden compartir ideas acerca del arte, aproximaciones hacia la realidad –ambos fueron anónimos en el escena artística hasta que Ward lo rompió en 2017– tener diferentes pensamientos acerca del mundo y la política, y, a su vez, formar parte del mismo mercado, el mercado del arte. De esta forma, algunos pintores pueden tomar una distancia del mundo, pero el mundo, de alguna manera, no puede distanciarse de ellos.
Es importante aclarar que esto último no es algo necesariamente malo. Quizá el mercado del arte no es el lugar donde las grandes obras se crean; tampoco es el sitio del que los artistas toman sus ideas, pero puede ser el espacio donde el arte puede alcanzar algunas metas en términos políticos y sociales, y de cierta manera, ayudar al mundo.
Actualmente el mercado del arte está valorado en 67,4000 millones de dólares, un número que resultar incómodo para algunas personas, y éstas pueden tener razón. Sin embargo, artistas como Banksy y Ward prueban que una porción de ese número puede llevarse al lugar indicado.
Durante los últimos 10 años, Banksy ha donado mucho de su trabajo a la caridad y a causas sociales. El año pasado, donó la escultura llamada Dreamboat a una sorteo de caridad que destinó lo recaudado a los refugiados en Europa. El trabajo en sí mismo es un retrato de la terrible condición de las personas que escapan de la guerra, dictadores y de la tragedia propia de sus hogares, creando así un vínculo entre la estética de su trabajo y la realidad que intenta evidenciar a través de éste.
Del otro lado, el pintor irlandés Robyn Ward ha comenzado a participar en subastas de caridad alrededor del mundo, siguiendo los pasos de Banksy, una de sus más importantes influencias. La primera de éstas tendrá lugar en octubre de 2019. Ward formará parte de la subasta Arte Vivo, una asociación sin fines de lucro establecida en 2003 y ubicada en la sede de la ONU en México, la cual reúne a individuos de diversas latitudes del mundo para cumplir con un sólo objetivo: transformar la realidad de miles de personas que viven en condiciones crónicas y vulnerabilidad relacionadas a su sexualidad, un tópico importante que ha formado parte de algunas series de pinturas del propio Ward.
La siguiente subasta también se realizará durante octubre de este año pero en Ibiza, España, Music Against Animal Cruelty, un organización de caridad que trabaja para hacer frente al maltrato y la desprotección de animales, se unió con Ward para conseguir fondos que estarán dirigidos directamente a iniciativas que protegen a los animales de ciertos peligros, incluyendo la caza furtiva y las constantes amenazas a las que están sujetos al cruzarse con la huella indeleble de la humanidad. Esta colaboración única verá converger al arte y al activismo en un sólo evento, organizado para acumular fondos destinados a cambiar un desbalance criminal que aqueja al mundo desde hace años.
Para más información sobre el artista, visita http://www.robynwardart.com/